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En las montañas de la locura.

Cronicas del imperio Deshanico-Introducción.

DEDICADO A LA GENERACIÓN 2002-2005 DE LA ESCUELA SECUNDARIA "DANEI", YA QUE LOS NOMBRES QUE SE UTILIZAN EN ESTA SAGA SON LOS DE USTEDES....
UN SALUDO ESPECIAL A LOS EX-INTEGRANTES DE LOS GRUPOS "B" Y "C", DE PARTE DE SU HUMILDE AMIGO, OSCAR.
Crónicas del imperio Deshanico.
Introducción 
Yo soy un investigador renombrado de la Universidad de Cambridge, profesor de historia en la antes mencionada universidad. Mi nombre es William Urthar. Siempre me había preguntado cual era la razón de mi extraño apellido, ya que al parecer no provenía de ninguna lengua conocida. Mi padre es originario de Micronesia, y mi madre es Estadounidense, razón por la cual probablemente mi apellido proviniera de Micronesia..
Así que, deseoso de investigar mi apellido, me embarqué en un viaje a la Micronesia en busca de mis raíces. Sabía que mi padre era originario de Ponape, un estado conformado por una isla principal y varias islas pequeñas, de las cuales la ciudad principal es Palikir (capital de los Estados Federados de Micronesia).
Mi padre, que había sido un gran antropólogo, me había explicado cuando era niño que la raza Micronesia era distinta a la Asiática, Polinesia y Australiana, por lo que no había signos de una migración de estas razas a Micronesia como había ocurrido con otros países. Y estaba asombrado, pero en ese tiempo ni mi padre ni yo sabíamos lo que en verdad significaba aquello hasta mucho después.
Después de llegar a la isla, en compañía de un lingüista amigo mío, nos dimos en la tarea de preguntar a la gente de la región acerca del apellido Urthar, y de paso investigar sobre su historia y costumbres. Pronto nos dijeron que ese apellido era sagrado, ya que había sido el nombre del primer gobernante de Ponape, el poderoso rey Urthar, que había reinado antes de que ningún hombre hubiese pisado las tierras de otros paises. Y también los ancianos del pueblo nos contaron acerca de las ruinas en la isla, que habían sido construidas en esos tiempos, y de que antes las islas de Oceanía habían sido un solo continente, de exuberantes selvas y ríos gigantes, además de las montañas más grandes del mundo.
A mi amigo (de nombre Carl Van Buyten, originario de Holanda) le pareció al principio una historia inverosímil, y eso creí yo también al principio. Pero entonces mi amigo recordó que ya había oído esa historia en la boca de científicos japoneses, dedicados a la pseudociencia. Ellos le habían hablado de un continente formado en el pacífico hace más de 50, 000 años, llamado por científicos franceses “Lemuria” o simplemente “Mu”. En este continente había surgido el hombre,  había edificado la primera ciudad, y había fundado un esplendoroso imperio.
Ellos también le dijeron que ese continente había sido destruido hace mucho tiempo, y que los sobrevivientes habían emigrado hacia los demás continentes, colonizándolos y mezclándose con las otras razas de los otros continentes, originando a las razas modernas.
También le dijeron que Micronesia en otro tiempo había sido parte de Mu, y que por esa razón los micronesios descendían de los Lémures, y que habían edificado tiempo atrás las ruinas de Ponape.
Los pseudocientíficos japoneses afirmaban que James Churchward, un retirado coronel del ejército inglés, había recolectado de los Mahatmas de la India historias acerca de este continente, y de la existencia de un imperio aún más poderoso que el lemuriano. James Churchward, sin embargo, ocultó los escritos en Camboya, donde un militar amigo suyo se hizo cargo que cuidar los manuscritos. Así permanecieron en Camboya, incluso después de que el coronel Churchward muriera. El militar le dio esos manuscritos a sus descendientes, que los cuidaron desde el siglo XIX hasta la segunda guerra mundial, cuando el ejército japonés invadió Camboya, y al saquear uno de los edificios del derrotado ejército inglés, encontraron estos manuscritos.
Los japoneses los llevaron a Tokio, y se los entregaron a un lingüista español, Antonio Sotelo, para que los descifrara. Este logró tras años de estudio, lograr comprender los manuscritos y los tradujo al español, aunque castellanizó los nombres de los gobernantes y otros personajes. Y desde entonces ha estado celosamente guardado por el gobierno japonés, sin permitir el estudio de estos manuscritos por otros científicos, en el museo de historia nacional de Tokio.
Al oir esta historia, pensé que eran febriles pensamientos de unos aficionados científicos japoneses, sin embargo, pronto recordó que el también había llegado a escuchar acerca del continente perdido de Mu. Fue cuando su padre le contó sobre Helena Petrovna Blavatski, la fundadora de la teofísica. Ella había dicho que años atrás había existido un continente de nombre Mu, donde habitaba una raza de seres superiores a los humanos. Como ella recibió enseñanzas de los mahatmas, es probable que ellos le hubieran contado sobre Mu, como le ayudaron a Churchward en su investigación.
La semilla de la curiosidad se sembró en mi sien, al igual que con mi compañero, y ambos decidimos viajar a Japón para intentar estudiar el manuscrito. Pero antes tendríamos que hablar con el curador del museo, y si era cierto que el gobierno japonés no quería que se investigara, era posible que regresáramos con las manos vacías. Pero al menos intentarían convencer al curador.
Así que viajamos hasta Tokio, al museo de historia nacional, y pedimos ver al curador, que se llamaba Hashimoto Koshiniro. Este al principio no accedió a mostrarnos los documentos, pero después se convenció. Dijo que el gobierno japonés era inflexible con respecto al tema, pero que él se había propuesto develarle al mundo el verdadero origen del hombre, que podría revolucionar a la Antropología y a la historia mundial, y cambiaría para siempre nuestra percepción del mundo.
Así que nos dirigimos a una sala oculta del museo, donde se encontraban los manuscritos. Basándonos en la traducción en castellano de Alonso Sotelo, Van Buyten y yo, junto con Koshiniro, nos pusimos a leer el manuscrito, y pronto descubrimos que Churchward había enfocado su estudio a un imperio que gobernó Asia: El imperio Deshan, o Deshanico como le llamó Sotelo. Este era un gran y poderoso imperio (probablemente el más grandioso  que jamás haya forjado el hombre) que abarcaba la mayor parte de Asia, y cuya capital era Kenshan.
Como los escritos eran muy largos, nos enfocamos sobre una en particular que hablaba sobre el gran emperador Oscar I, llamado el grande por sus contemporáneos. Este gran emperador gobernó del 9120 al 9110 a.c, es decir, que su gobierno sólo duró un año, pero era una especie de héroe nacional para el imperio que gobernó debido a sus grandes hazañas durante una guerra. Esta parte de las “Crónicas del imperio Deshanico”, como le había llamado Sotelo al manuscrito, la hemos llamado Rapsodia de Oscar o Rapsodia II, ya que cuenta la vida de este emperador desde sus 16 años hasta sus 33 años cuando murió, y como fue uno de los caudillos del imperio en una guerra sostenida con el más implacable de sus enemigos: “El Señor de los Dragones” rey de Algenrad, un malvado hechicero que quería conquistar al mundo destruyendo a los últimos lemurianos. Como esta historia está plagada de fantasía, Van Buyten, Koshiniro y yo nos propusimos escribir una especie de novela para mayor comprensión de la gente sobre Deshan, para después sacar a la luz el resto del manuscrito. Y es precisamente lo que voy a relatar aquí.
La rapsodia de Oscar I (Ouskrath en la lengua Deshanica), comienza con una profecía que se dice estaba grabada en un templo de Mu, escrita aproximadamente en el 25,000 a.c por uno de los más famosos reyes de Lemuria, que de hecho es un antepasado mío, pues este rey es el legendario Urthar, del que oímos hablar por primera vez en nuestra visita a Ponape, al que le llamaban “Rastur”, que significa “bendecido por Ra:

Profecía de Urthar Rastur, último Mûra del Imperio de Rylehis (Lemuria) labrada aproximadamente en el año 25.000 A.C, en el templo mayor de Ra

 
El día en que hasta el mar
se vista de guerra,
el día en que amar,
se vuelva condena.
 
El día en que el dragón
al fin prevalezca,
y se apague la llama en el fogón,
el día en que el miedo al fin crezca.
 
Las tres naciones se aliarán con fuerza,
dirigidos por los hijos de lemuria,
y mil generaciones cantaran la proeza,
del soldado del caos que se anuncia.
 
Aquel soldado que con su espada,
hará temblar la tierra y el cielo.
Aquel emperador que con cimatarra,
al malvado le cortará el cuello.
 
Y los guerreros del rey maligno,
caerán todos derrotados,
al ver el rostro tan fino,
del rey de los soldados.
 
Y el emperador naciente,
se enfrentará al rey negro,
y con su armadura reluciente,
morirá con el rey veneno.
 
Ambos chocarán sus espadas,
en la orgía de la batalla.
Ambos morirán de espaldas,
muertos por la metrallla.
 
Y con esto el imperio dorado,
en la tierra se quedará,
para poder ser recordado
como el  reino que no morirá.
 

De la creación a los Olímpicos.

De la creación a los Olímpicos.

La Creación.

En el principio de los tiempos, cuando el universo era joven, solo existía un lodo infinito, cuyo nombre era caos.  Allí estaba mezclado todo lo que sería más tarde el Universo: desde las estrellas del firmamento hasta los pensamientos más oscuros de los hombres, estaban mezclados en esa masa lodosa. De pronto, se vió surgir del caos dos entidades: Nix, el día, y Erebo, el insondable y oscuro país de la muerte, y estos fueron los primeros dos seres que se establecieron en la tierra.

Estos dos seres engendraron a Eros, el amor, que a su vez engendró a Éter, la luz, y Hémera, el día.

De repente, el caos engendró a otros dos seres: moldeó la tierra y el cielo, conocidos como Urano y Gea. Estos eran la personificación del cielo y la tierra, y se les otorgó reinar sobre lo que surgiría del caos. Urano y Gea se encontraron con Eros, el amor, y este los atrajo como un imán que atrae a los metales. Así se formó la primera pareja, con Urano y Gea que sintieron por primera vez el amor en sus cuerpos divinos. Y estos se unieron y engendraron al mar, Ponto, que se extendía hacia el horizonte.

Las caricias que le enviaba Gea a Urano eran las nubes, y los besos que estos se daban caían como gotas de agua. Fue así como surgió la lluvia.

Urano y Gea engendraron infinidad de hijos, de los cuales los tres principales eran los Hecatónquiros; gigantes de cien brazos y cincuenta cabezas, los cíclopes; gigantes de un solo ojo que moldeaban rayos, y los Titanes; los más queridos hijos de Urano, seres de formidable poder. Los dos primeros fueron encerrados en el Tártaro, prisión de Erebo, para que no pudieran ver la luz, pues Urano los deploraba. A los titanes les fue otorgada toda la tierra, y con sus salvajes poderes moldearon montañas y volcanes, esculpieron en la roca enormes valles, e incluso eran tan poderosos que podían ordenarle al sol que cambiara de rumbo cuando ellos querían.

Doce eran los poderosos príncipes de la tierra, seis titanes y seis titanides. Los titanes fueron Críos, Ceo, Océano, Japeto, Hiperión y Cronos. Las titánides fueron Temis, Rea, Febe, Tetis, Tía y Mnemosine. Eran más grandes que las montañas que moldeaban, y su cólera ocasionaba horribles terremotos y cataclismos en la tierra. Pero de todos ellos, el más malvado de todos era el menor, Cronos, el tiempo.

Y sucedió que Urano repudió a sus hijos, los titanes, y los quiso enviar al Tártaro. Pero Gea estaba cansada de ver a sus hijos sufrir, y fue donde Cronos y le dijo: "No quiero ver pudrirse a mis hijos en el infierno, pues mi corazón sufre al ver a mis hijos sufrir por la tiranía de su padre. Así que ve tú y rebélate contra tu padre, y destrónalo del trono de la Tierra, ya que eso es lo que tú corazón ambiciona. Tú no puedes matar a un dios, así que haz lo siguiente: Toma tu hoz con la que me castigas a mí y a mis criaturas, y córtale los genitales a tu padre, pues sólo así lograrás derrocarlo del trono del Universo".

Y Cronos tomando el consejo de su madre, tomó su hoz con la que azotaba a la tierra, y fue donde su padre Urano tenía su morada. Y sin más aviso que el sonido del aire al azotar la hoz, Cronos castró a su padre, haciéndolo perder su poder, más no podía matarlo, porque los dioses poseedores de las fuerzas secretas del Universo no mueren, pues son eternos.

Urano, viendo lo que su hijo había hecho, se exilió en el tártaro, pero antes de irse para siempre y cederle su trono, le dijo a su hijo: "En verdad que eres listo, y has podido derrotarme. Pero debes saber que nosotros los viejos poseemos el poder de escrutar en los abismos del tiempo y del espacio, y ver que sucederá en eones futuros. Y os digo, que así como ahora tú, hijo mío, sangre de mi sangre,  me has quitado mi trono, así un hijo tuyo os lo quitará". Y dicho esto, marchose a los abismos de la tierra de Erebo, para nunca volver.

Y se sabe que de la sangre derramada por Urano surgieron las Erinias, cuyos nombres eran Tisifóne (la vengadora del crimen), Megera (la de los celos), y Alecto (siempre encolerizada), aquellas deidades que castigan a los hombres azotándolos con sus terribles látigos. Estas deidades tienen la apariencia de mujeres desfiguradas, con alas de murciélago y garras de acero, con ojos inyectados de sangre y cabellos de venenosas serpientes enmarañadas. Y ellas juzgan implacablemente al mortal que osa romper las leyes divinas, y lo azotan para siempre, sin dejarlo en paz nunca más y siguiendolo incluso en la muerte, hasta que los dioses decidan apiadarse del desdichado hombre, cosa que rara vez ocurre.

Y cuentan que los genitales de Urano cayeron en el mar, y formaron grandes cantidades de espuma, como nunca habría ocurrido ni ocurrirá en ningún lugar de reino de Ponto. Y de repente, de entre la espuma, surgió una gigantesca ostra, más que ninguna otra jamás vista en el agua o en la tierra. Y sus valvas, antes herméticamente cerradas, empezaron a abrirse lentamente, hasta que finalmente revelaron lo que contenían. Un hermoso ser, una diosa con una belleza que jamás sería igualada ni entre mortales, ni entre inmortales. Y se la llamó Afrodita, que significa "nacida de la espuma", pues de esta había surgido.

La era de los Titanes

Así comenzó la edad de oro de los Titanes, que demostraron ser aún más déspotas que su padre, Urano. Aterrorizaron a la tierra durante años incontables, desatando catástrofes tantas que Gea lloró de tristeza al ver su reino destrozado. Y Cronos se unió con su hermana Rea y juntos tuvieron varios hijos. Pero Cronos recordaba la advertencia de su padre, así que decidió tomar medidas para evitar el nacimiento de sus hijos. Como ellos no podían morir, cada vez que nacía alguno Cronos se lo arrebataba a su madre para devorarlo, y así evitar que lo desterraran como él alguna vez había hecho con su padre.

Rea se dolió de que sus hijos nacieran sólo para ser devorados por su tirano padre. Así que tomó la desición que en cuanto naciera su próximo hijo, lo ocultaría de Cronos para que no pereciese devorado.

Y Rea fue con su madre, Gea, y pidióle consejo. Gea, que estaba herida por las atrocidades cometidas por sus hijos, le dijo a Rea: "Hija mía, entiendo tu dolor, porque un tiempo tu padre urano se comportó de la misma forma, y me duele que tu esposo sea tan nefasto como para maltratar más a mis dominios. Así que os ayudaré a cumplir el hado que a dictado Urano aquel día oscuro en el que Cronos derrocó a mi esposo."Dichas estas palabras, Rea rompió el llanto, pues recordaba a sus hijos que habían sido devorados por Cronos. Gea conmoviose al ver esta escena, y le dijo a su hija Rea: "Toma al niño que está por nacer antes de que Cronos sepa que ha nacido. En cuanto Cronos os reclame que le des a su hijo envuelve una roca en pañales, y entrégasela para que la devore. Después de esto, Cronos se sentirá satisfecho pensando que el último de sus hijos a sido devorado. Lleva al niño con la cabra Amaltea, y ella lo criará como un hijo propio. Después nos aseguraremos de que se cumplan los designios del destino, que gobierna a los dioses".      

 Y así llego el día en que Rea tuvo que dar a luz, y vió que su niño era hermoso y le puso de nombre Zeus. Y recordando lo que le había dicho Gea, Rea envolvió una roca en pañales, y se la entregó a Cronos, quien la devoró pensando que el único hijo que podía quitarle el trono del Universo había desaparecido en su vientre.

Y Rea fue donde la cabra Amaltea, y diole al niño diciéndole que lo escondiera y lo criara como si fuera su hijo. Amaltea asintió, y crió al pequeño Zeus como un hijo.

La niñez de Zeus 

Y cuentan que mientras Zeus jugaba con su madre adoptiva, con su descomunal fuerza, sin quererlo, le arrancó un cuerno a la cabra Amaltea. Y la cabra gimió de dolor, mientras el niño Zeus se lamentaba de haberle hecho tal cosa. Más como Zeus era un dios, puso sus manos sobre la herida provocada durante infantiles juegos, y curóle la herida. Y tocó el cuerno de Amaltea, y al instante salieron toda clase de manjares, desde el néctar y la ambrosía de los dioses, hasta uvas exquisitas y vinos de delicioso sabor. Este cuerno fue llamado cornucopia, o cuerno de la abundancia, porque todo aquel que lo poseyera jamás le faltaría nada, e incluso sus más profundas aspiraciones podrían saciarse con sólo pedírselo al cuerno. Zeus le regaló a Amaltea este prodigioso artefacto, más al ver que su única aspiración era servir a los dioses, Zeus lo regaló a unas ninfas que pasaban de casualidad. Y se dice que desde entonces estas ninfas distribuyen los bienes a los afortunados que cuentan con su gracia, y los convierten en hombres ricos y satisfacen todos sus deseos, y que incluso el más desafortunado de los hombres puede convertirse en un hombre poderoso si es del agrado de estas ninfas.

Amaltea murió cuando Zeus ya estaba maduro y listo para enfrentarse a su padre. Y Zeus, queriendo él a quien le había prodigado tanto amor, para inmortalizarla la elevo al cielo, formando así la constelación de Capricornio, que desde entonces es la consagrada por Zeus.

La Titanomaquia 

Fue el joven Zeus y vistióse de un sirviente de Cronos. Y Cronos, sin sospechar que aquel sirviente era su hijo, le pidió que le trajera vino. Zeus fue por el vino, pero le echó una sustancia que le había dado su madre Rea, y se lo dió a beber a Cronos. Y este, no sabiendo lo que iba a pasar, bebió del vino envenenado y al instante empezó a regurgitar a todos sus hijos. Y salieron Hestia, Hera, Démeter, Hades y Poseidón, los dioses que ahora gobiernan el Cosmos. Y Cronos espantado se dió cuenta del engaño de su mujer y de que su hijo seguía vivo, esta vez liberando a todos su hermanos. Y Cronos rugió de furia como nunca lo había hecho, y las montañas se estremecieron, y los vientos se apagaron, y los valles temblaron, y los mares levantaron furiosas olas que azotaron la tierra, e incluso en los lejanos rincones de Erebo se logró sentir la furia de Cronos.

Se inició una guerra que duró 10 años, como nunca se había visto ni se verá en la tierra, donde la desolación fue brutal y los destrozos incontables, tanto que incluso ahora la tierra sigue convulsionándose de tan espantosa guerra. Se le llamó la Titanomaquia, porque fue la guerra de los hijos de Cronos contra los Titanes. Y los hijos de Cronos reclutaron a algunos titanes que, cansados del terrible gobierno de Cronos, deseaban desterrarle del Cosmos. Y los hijos de Cronos liberaron a los hijos de Urano encerrados en el Tártaro, a los cíclopes y los hecatónquiros. Y estos se unieron a los hijos de Cronos en la guerra, ylos cíclopes forjaron a los rayos salvajes del cielo para uso del señor Zeus, y le entregaron su égida (escudo) con la que podía convocar sanguinarios vientos que destruían todo a su paso. Y los hijos de Cronos se establecieron en el monte Olimpo, y desde entonces desde ahí gobiernan al Universo y rigen a los hombres con mano de hierro, y desde entonces fueron llamados los dioses olímpicos.

Y los Titanes fueron derrrotados por Zeus, y Cronos y sus seguidores fueron encerrados en el tártaro, custodiados por los hecatónquiros. Pero antes de partir a la prisión eterna, Cronos le dijo a Zeus: "Así como vos osas quitarme mi trono, hijo, carne de mi carne, así un hijo tuyo me vengará y te hará lo mismo que ahora me haces, pues soy inmortal y tengo el poder de escrutar el tiempo y el espacio, y soy yo quien decido el rumbo del tiempo". Dicho esto Cronos fue sepultado en el Tártaro, y desde allí espera pacientemente el momento en que se cumplan las palabras que le gritó a Zeus.       

Mitos de Cthulhu.

Mitos de Cthulhu.

La obra del escritor estadounidense Howard Philips Lovecraft (1890-1937) se puede dividir en tres etapas: la época dunsaniana, los mitos de Nueva Inglaterra y los mitos de Cthulhu.

Los mitos de Cthulhu son una serie de relatos basados en que antes de que existiera la vida en la tierra, nuestro planeta estaba dominado por criaturas sumamente poderosas e inmortales, los primigenios o primordiales. Éstos fueron desterrados de la tierra por los dioses arquetípicos(cabe destacar que los dioses arquetípicos no fueron concebidos por Lovecraft) y confinados a diferentes lugares, desde ciudades sumergidas a regiones del polo, bosques inexplorados, otros planetas y otras dimensiones. Los primigenios siguen viviendo ocultos, aunque algunos de han llegado a comunicarse con los humanos. Esto ha dado lugar a las leyendas sobre dioses, demonios, espiritus...que se cuentan.

La ciudad sin nombre (1921) se considera el primer relato perteneciente a la etapa de los mitos de Cthulhu, aunque todavia conseva el estilo dunsaniano de su juventud. En el ceremonial (1923) también quedan ciertas reminiscencias dunsanianas, pero la acción transcurre ya en Nueva Inglaterra. Es a partir de la llamada de Cthulhu (1926) cuando los mitos adquieren su forma definitiva, en colaboración con el llamado "círculo de Lovecraft" pues son los mitos de Cthulhu una obra colectiva.

Al "circulo de Lovecraft" pertenecían escritores con los que mantuvo correspondencia, según Lovecraft como "una faceta más a mi gusto por lo antiguo...el arte epistolar fue asiduamente cultivado en el siglo XVIII , que es mi siglo predilecto". Cada uno de sus corresponsales fue bautizado con un apodo de lo más exótico. Así Belknapius era Frank Belknap Long; Melmoth, Donald Wandrei; el Conde d’ Erlette, August Derleth; Klarkash-Ton, Clark Ashton Smith, Bho Block, Robert Bloch; Monstro Ligriv, Virgin Finlay; Bob Dos Pistolas, Robert Howard; e incluso el propio Lovecraft firmaba sus cartas como el Sumo Sacerdote Ech-Pi-El (transcripción fonética inglesa de sus iniciales), como Abdul Alhazred o como Luveh-Kerapf.

Esta amistad del circulo de Lovecraft pronto se reflejó en su obra, quien introdujo a sus corresonsales en sus relatos. De esta manera, aparecen:

Derleth, como el Conde d’Erlette, autor del horrible libro titulado "Le cultes des Goules", y también como Danforth en "En las montañas de la locura" (1931) o Wilmart en "El que susurraba en las tinieblas" (1930); Ashton Smith como autor de abominables esculturas y de poemas cósmicos, lo que realmente era; Robert Bloch, como Robert Blake, un ocultista víctima de sus propias magias.

Un elemento fundamental de los mitos de Cthulhu son los libros malditos, de los cuales el más famoso es el Necronomicon (Reseña de la ley de los muertos) del  árabe loco Abdul Alhazred. Otro de estos libros, fuente de información principal de los primigenios, son: el Unnausprechlichen Kulten de Carl von Junz; De vermis mysteriis, de Ludwig Prinn; Le culte des Goules del  Conde d’Erlette; el Libro de Eibon o Liber Ivoris... La mayoría de estos autores se volvieron locos, se suicidaron o fueron extrañamente asesinados (como Abdul Alhazred, que murió a plena luz del día devorado por una bestia invisible). 

Otro elemento importante de los mitos es que suelen situarse en ciudades imaginarias de Nueva Inglaterra, como Dunwich, Innsmouth y Arkham, donde se encuentra la Universidad de Miskatonic, uno de los pocos lugares del mundo donde se conserva un ejemplar del Necronomicon.

Así mismo, los personajes de los relatos de Lovecraft suelen ser eruditos aficionados a rebuscar en libros polvorientos, profesores o alumnos de la universidad de Miskatonic.

Los mitos se caracterizan por sus incoherencias:

Mientras que en unos relatos los primigenios son expulsados por fuerzas cosmicas impersonales, en otros son derrotados en la lucha con otras razas. A veces los primigenios se muestran hostiles al hombre y tienen planes contra él, pero otras veces se limitan a ignorar a la humanidad. Unas veces no están hechas de materia, mientras que otras veces son de carne y hueso. En algunos relatos los primigenios son inmortales, y otras veces son vulnerables a la magia y a las armas.

En los mitos de Lovecraft, se habla de distintas razas:

Los grandes antiguos: seres que crearon la vida en la tierra por error. Tienen una ciudad en la Antártida, específicamente en la meseta de Leng, y es el único vestigio que queda de ellos (en las montañas de la locura, 1931)

La gran raza: raza de seres que vivieron en la era Primaria, siendo enemigos de los Grandes Antiguos, y que se comunican mentalmente con seres del futuro (La sombra más alla del tiempo, 1935).

Los Mi-go: son los habitantes de Yuggoth, el planeta que nosotros conocemos como Plutón (el que susurraba en las tinieblas, 1930).

En cuanto a los dioses primigenios, se distinguen entre dioses mayores (Cthulhu, Yog sothoth, Shub Niggurath, el loco Azathoth, Nyarlathotep, Lloigor, Hastur o el que no debe ser nombrado, Ubbo Satlha y el Wendigo, conocido como Itaqua, el que camina por el viento, un ser que habita en las heladas tierras del Norte, donde captura a viajeros perdidos) y los dioses menores (Dagon, Hydra, Nug, Gnoph-Keh, Yig). Además, existen los llamados sicarios o seres abominables, cuya función consiste en liberar a los primigenios. Entre estos se encuentran los Shantares, los Dholes, los descarnados de la noche y Mi-go.

El más famoso de los primigenios es Cthulhu, el dios máximo, que da nombre a los mitos. Este ser con cabeza de pulpo yace dormido en la ciudad sumergida de R’yleh, en el pacífico, y en sueños se comunica con sus seguidores, como se narra en la llamada de Cthulhu (1926). Cthulhu es servido por una raza de hombres peces que viven en una ciudad sumergida frente a Innsmouth (la sombra sobre Innsmouth, 1931). Se cree que Abdul Alhazred se refirió a él en un verso del Necronomicon; "No esta muerto lo que yace perpetuamente. Y en el transcurso de los evos, incluso la muerte puede fenecer".

Nyarlathotep es el único que puede moverse con libertad por nuestro Universo disfrazado y con una máscara de seda, como mensajero de los dioses y observador de los hombres (el que susurraba en las tinieblas). Se le invoca como el caos reptante, el que aúlla en la noche o morador de las tinieblas.

Shub-Niggurath se supone que fue adorada como diosa de la fertilidad en Babilonia. Fue invocada como la cabra negra de los bosques con un millar de descendientes. No obstante, en ningún relato aparece como protagonista.

En El horror de Dunwich (1928) aparece Yog-Sothoth, el guardián del umbral y el que es uno en todo y todo en uno, quien abrirá la entrada a nuestro Universo a los primigenios.

A pesar de los juicios controversiales acerca de la auténtica medida de su talento y del valor literario de sus obras, H.P. Lovecraft es sin duda uno de los más grandes autores que ha dado el género de horror en la literatura, y es una referencia obligada para cualquier creador de sombras hoy en día.